Noli Timere
Mi fe apareció en el silencio.
Cerrando los ojos, juntando mis manos, resistiendo.
Vino un escalofrío. Respiré cada vez más lento y profundo. Sin darme cuenta, dejé de sentir miedo y ansiedad.
Sólo estando ahí. Quietecita. En silencio.
Desde entonces camino más pausada, encontrando ese mismo silencio en cada paso. Percibiendo cómo el tiempo se comprime y se estira. Las prisas se disuelven, los caminos aparecen y siento que me estaban esperando.
Aquí donde estoy es donde debo de estar.
Y retomo ese silencio a diario, ya no con Cronos, sino con Kairos. Mi fe aparece intacta, a veces suave como una almohada en la que puedo descansar, a veces como piedra en la cual me sostengo.
Escucho cada vez más y cada vez mejor. El silencio se hace cada vez más amplio y yo me hago cada vez más grande, me estiro, me expando, me acomodo cada vez mejor. Puedo correr, puedo bailar, puedo brincar, puedo saltar desde el último piso y volar. Puedo cerrar los ojos. Todo va a estar bien.
Aún a veces siento miedo. Cierro mis ojos y guardo silencio. Suavemente me susurran: “yo te sostengo, no tengas miedo”.
***
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
Al cielo sube,
Por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
Con pecho grande,
Y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo
Es gloria vana;
Nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
Que siempre dura;
Fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
Bondad inmensa;
Pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
Mantenga el alma,
Que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
Aunque se viere,
Burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
Cruces, desgracias;
Siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
Id, dichas vanas;
Aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.
-Santa Teresa de Ávila